Se te caen los palos del sombrajo cuando lees que a Mourinho, el entrenador de fútbol portugués, exige que se le laven los trajes con agua de un río escocés. El dislate lo recoge una de esas revistas que te ofrecen las compañías aéreas. Lo hacen para que pienses en cualquier cosa menos en que estás a unos diez kilómetros de que tu meada toque tierra. Vamos..., como de aquí al Viso, pero p”arriba".
Se te caen los palos del sombrajo cuando compruebas como, paradójicamente, la ignorancia nos convierte en políglotas. Ante el torpedeo del recepcionista del hotel, del camarero, o del dependiente de la tienda de souvenirs, uno se defiende, y saca sus armas: plis, mersí,, arrivederci, yesterday, domani, garsón, non capito…escupimos, sin solución de continuidad y sin coherencia, vocablos aprendidos en los anuncios. En una pizzería escuché: _ ¿Birra, signore?
...y el signore, contestó:
- Mmmmm…oui…, non…, dúe arrivederci, plís
Colosal, tres en uno. En vez de cerveza, el hombre quería dos adiós, pero ,además, utilizó tres idiomas para cuatro palabras.
Pero cuando de verdad, se me cayeron todos los palos del sombrajo a la vez, si es que quedaba todavía alguno, fue cuando visité ese imperio de la fe que es El Vaticano. Imposible obviar su anatomía interior, su esqueleto de oro, plata, mármol y madera. Ilusorio no tirar números y ser políticamente correcto, difícil no contabilizar el Baldaquino de bronce macizo, la Pietá de Miguel Angel, el abrazo columnado de Bernini , o la espectacular Cúpula de Miguel Angel, Fontana y Della Porta. Por todo esto, me apunto al carro de Martín Lutero, en su Tesis número 56 cuando escribe:
“Los tesoros de la iglesia, de donde el Papa distribuye las indulgencias, no son ni suficientemente mencionados ni conocidos entre el pueblo de Dios”.
Insostenible la comunión entre el discurso eclesiástico y aquel patrimonio, sea cual sea su génesis, y sea cual sea su valor artístico. Hay cosas que se caen por sí solas, como los palos del sombrajo.
“Los tesoros de la iglesia, de donde el Papa distribuye las indulgencias, no son ni suficientemente mencionados ni conocidos entre el pueblo de Dios”.
Insostenible la comunión entre el discurso eclesiástico y aquel patrimonio, sea cual sea su génesis, y sea cual sea su valor artístico. Hay cosas que se caen por sí solas, como los palos del sombrajo.
Menos mal, que tanta belleza no acaba en San Pietro sino que te sigue robando miradas, por cualquiera de las piazzas y vías romanas bajo el incesante cotilleo de las omnipresentes fuentes.
Todo esto lo provocó un viaje mochilero con mi hijo
FELIZ CUMPLEAÑOS, PABLO
Manolo Martínez
1 comentario:
¡ Manolo por Dios ¡ ¿Por qué no fuistes a Pompeya mejor? GalapagarI
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