CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


sábado, enero 01, 2022

PAPARRUCHAS


Decía Espinosa que arriesgarse era siempre la respuesta a todo, que para ser feliz había que darle a la pelota antes de que tocase tierra. Los desalientos, como los miedos, hay que recibirlos a porta gayola, porque es ese vaivén  de adrenalina, esa dosis de incertidumbre, donde nos medimos con el mundo, donde descubrimos que muchas veces (más de las que creemos), perder es ganar. Es en ese momento de gallardía con nosotros mismos cuando la vida, sin previo aviso, nos besa en la boca, como canta Serrat.


Ya sólo nos queda descorrer la cortina cada día para ver cómo será el encuentro de labios ¿Será un beso de tornillo? 
¿Con lengua o sin lengua?                                                                                                                                                


¿Será un ósculo casto, o habrá mordida de hocicos?   ¿Será un pico sin más, o será el preludio de un largo amor? ¿Y si fuera el beso de Judas? 

Con el paso de los años aprendemos a reconocer que la vida nos besa de infinitas maneras. Descubrirlas, o inventarlas, es ponerle banda sonora al  tedio de la rutina. 

Nos besa cada vez que conocemos un nuevo amanecer, cuando compartimos cervezas con los amigos, o cuando nos codeamos con la lluvia cualquier mañana de invierno.


Pero puede que, de todos los "juntamientos" de labios, el número uno sea el del beso robado, por media docena de razones: que a menudo es el primero, que la sorpresa se une a la saliva, que el rubor firma el después, o que abre las puertas a muchos más.

Yo descubrí hace tiempo que la vida nos roba un beso cuando viajamos. Comer, beber y hablar son artículos de primera necesidad, pero viajar es una delicatessen imprescindible. 

Un consejo, no te fíes cuando la vida te bese en la mano, eso es demasiado estirado. No hay pasión, ni líbido, sin intercambios de fluidos no existe el beso. En fin, todo lo aquí escrito no son más que “paparruchas”, como diría Scrooge, o como pienso yo. 

Bésense ustedes todo lo que puedan en 2022, háganse ese favor.
       
                                                    Manolo Martínez                                     

4 comentarios:

Unknown dijo...

Los últimos 5 minutos de "Cinema Paradiso" de Giuseppe Tornatore. El entrañable Totó con nuestra edad, tras toda una vida... ilusiones... "vanitas Vanitatis" amigo mío.

laportademanolomartinez dijo...

Totalmente de acuerdo, Carlos, no lo has podido definir mejor, es decir, "las clavao". Una película entrañable, y una banda sonora memorable.

antoniodaza4962@gmail.com dijo...

Besar, besar, besar hasta la saciedad. No dejar pasar la ocasión para que en el futuro no te lamentes. Si hay algo que nos hace más global más humano y animal eso es el beso.
Enorme, Manolo, en éste artículo, comparto tu idea y ahora mismo me voy a besar a tod@s l@s que me plazca, aunque sea con la mascarilla fronteriza.
Feliz año para ti y para tus lectores!

laportademanolomartinez dijo...

Gracias, Antonio, besa todo cuánto puedas, y te dejen, que muchas veces lo segundo coarta lo primero, pero bueno, se intenta siempre. Que tengas un año tranquilo junto a los tuyos, que a nuestros años, es pedir mucho. Un abrazo y agradezco tus lecturas y tus cariñosos comentarios

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