Que poquita cosa somos. Sacábamos
pecho porque en un abrir y cerrar de ojos dejamos de andar a cuatro patas para
poder interpretar al piano el segundo Concierto de Brandenburgo; apenas
habíamos inventado la rueda y ya nos habíamos plantado en la luna; y en menos
que canta un gallo pasamos de alimentarnos de los bisontes que cazábamos a
hacer esferificaciones con el placton. Al poco, en un abrir y cerrar de ojos,
dejamos de enviarnos las cartas con palomas mensajeras porque nos inventamos
los WhatsApps, que ni comían trigo ni se cansaban. Anda que no hemos sido
listos, y tontos, cuando nos llegamos a
creer intocables por tener algunos ceros en la cuenta corriente. Ahora un virus
nos ha puesto las cartas boca arriba, será hijo de puta. Manolo Martínez
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