CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


sábado, marzo 09, 2024

LA ROPA DEL DOMINGO

La ropa del domingo era sagrada. Por nada del mundo tu madre consentía que te la pusieras un día entre semana, ni siquiera para ir a casa de la Tita Mary, que era lo más que se despachaba en Tita. 

El Viernes Santo y el Viernes de Feria estrenábamos trapos, y esas dos mudas pasaban automáticamente a ser la ropa de los domingos. 

Con ellas visitábamos a los abuelos o nos íbamos de bares con nuestros padres. Eso sí, que Dios nos librase de mancharnos la ropa del domingo con el aceite de los calamares porque a nuestras madres les daba algo. 

—¡Ay Dios mío…la ropa del domingo! ¡Camarero… un K2R… o polvo de talco que chupe el aceite! 


Hoy la ropa del domingo es una especie en peligro de extinción. Nuestros hijos se ponen a diario una ropa por la mañana y otra por la tarde, y los que ya soplamos las  mismas velas que Espinete, apenas si salimos los domingos, por lo que se nos quedan colgadas en las perchas tantos domingos que cuando volvemos a vestirlas, parece que hemos salido de un capítulo de “Cuéntame”. 

Manolo Martínez

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