Es la única foto en la que estamos fotografiados los tres: mi madre, el borrego y el demonio con chupa. Yo no es que fuera malo, es que no era bueno. Nunca más pudimos reunirnos los tres. Pobre cordero. Seguro que está en un mundo mejor, junto a los pavos con los que mi madre hacía la sopa amarilla.
Recuerdo que aquel día en el campo silbaba el viento, como
ahora cuando dejo aposta una rajita de la ventana sin cerrar, para que chifle
el aire que recorre la calle, como si fuera aquel viento que despeinaba a mi
madre. Uno pierde más tiempo imaginando que haciendo. Será la edad que te echa
en cara que tienes más cosas pasadas que por pasar. Y eso duele. Y sana. Porque
aprendes que hay que templarse, como hacíamos los demonios cuando nos ponían la
chupa.
Manolo Martínez
https://www.facebook.com/Comer-Beber-y-Hablar-630331003941651/?ref=bookmarks
No hay comentarios:
Publicar un comentario