Andar por la vida no es fácil, ni difícil, sólo depende de como esté el camino elegido. Hay días que parece que estás caminando descalzo por un suelo lleno de chinchetas. En cambio otros se te abren de par en par como la risa de un niño de cinco años.
Se trata de, conociendo el paño, la imprevisible vida, tener un mínimo fondo de ropero para ataviarte según convenga.
Para los días de chinchetas, una sonrisa con la suela de goma que nos amortigüe el pinchazo, y para los días buenos nos desnudamos, que las palabras y el sol nos recorran la piel de arriba abajo.
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