CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


sábado, abril 17, 2021

CASA GAMERO (BAR-COMIDAS-CAMAS)


Barriendo el pasado con los recuerdos, me encontré en un rincón de mi niñez Casa Gamero, aquel bar de la calle San Pedro dónde se celebraban bodas, bautizos y comuniones. 

Allí debutamos el día de nuestra primera comunión, cuando aún teníamos el tiempo a espuertas, con un traje de almirante repleto de galones que nuestras madres pagaron a dita. En menos que canta un gallo, nos escapamos de aquel uniforme blanco lleno de manchas de chocolate y nos colgamos en la boca nuestro primer cigarro. 

De la primera calada al primer beso, un par de veranos, y como testigo de aquellos  primeros lances, Antonio, aquel camarero de Gamero que te colaba en las bullas del fin de semana si al pasar a tu lado le soplabas “El árbitro le robó ayer el partido al Sevilla”... 

...entonces, Antonio, se giraba sobre sus pies, echaba la bandeja llena de vasos vacíos para un lado y acercaba su cara a tu oreja: “¿Lo viste? ¡Qué cabrón! ¡Cómo se le veían los colores! Ese no pisa más el Sánchez Pizjuán” 

En medio de la conversación le ibas pidiendo: “Antonio…, un pez de espada, dos hígados a la plancha, una empanadilla... tienes razón, ese no pisa más el Sánchez Pizjuán... y cuatro cañas" 


En Gamero nos tomábamos la primera (antes de tirarnos al ruedo de las discotecas) y la última, en la que nos poníamos al día de cómo nos había ido la noche. Uno lloriqueaba porque otra vez le habían dado calabazas,

—...pero chiquillo, si  ya te dijo que no la semana pasada, ¿porqué insistes? 

...otro chuleaba de haber robado media docena de besos. Y entre el llorón y el futuro Arturito Fernández, el enteraíllo, rellenándonos, las jarras de cervezas, y la cabeza de consejos. Aguantábamos estoicos el tirón, atornillados a las sillas como Manolete al albero, porque allí nos comíamos la mejor tapa que nunca ha habido, ni habrá, en esta villa o ciudad: el Huevo a la Bechamel de Gamero. Benditos por siempre jamás, Pepe y Elías, sus cocineros. 


En el salón de abajo, las parejitas elegían sus canciones en una sinfonola. "Ojos brillantes” de Garfunkel, "Perdóname" de Camilo Sesto o "Cara de Gitana" ¿alguien recuerda el nombre de su cantor? Cambiábamos de canción a medida que cambiábamos de novia, ¿o era el revés? ¿Eran ellas las que elegían la canción y al besador? Más bien... 


A mi peña, "El Búcaro", que nació en aquella barra de acero inoxidable. Y a la memoria de Antonio y de los hermanos Gamero, que nos criaron entre sabores y conversaciones.

 (Gracias a María Jesús Muñoz y a Carlos Martínez por las fotografías y la cuenta) 

Manolo Martínez


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