CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


viernes, agosto 13, 2021

El picadero


 Mi padre, que era un enamorado de los caballos, me enseñó a tratarles. Compraba los caballos cerreros, porque le salían más baratos, y luego les daba picadero. Les dejaba la cuerda larga para que desfogaran, y empezábamos a guiarles las vueltas sobre una pista de tierra. Primero a un lado y luego al otro. De cuando un cuando un parón. Era la forma de educar al caballo.

Lo siguiente, al cabo de muchos días, ponerle la montura, para que se acostumbrara a llevar alguien encima. A continuación metía mi padre un pie en el estribo, sin perderle la cara, y hacía varios falsos intentos de montarle, a ver como reaccionaba el rocinante. 

Tras tenerlo medio estudiado, por fin lo montaba. Era cuestión de tiempo, paciencia e ir conociendo las ideas del equino porque, como las personas, cada uno era de un padre y una madre. Nada que ver unos con otros. 

Estaban los mansos, los rebeldes, los traicioneros, los nobles... como nosotros, con la salvedad de que a nosotros en vez de ponernos un cabezal y darnos vueltas sobre la tierra, la vida nos va dando problemas y la briega diaria de la rutina. 

Da igual que cabeceemos, y queramos escaparnos, estamos condenados a ser domados, y ¡ay! del que se resista. 

Si das mucha lata, igual te venden para carne, como se hacía con los caballos que nadie conseguía desbravar. 

Manolo Martínez

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