CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


lunes, noviembre 01, 2021

UN BUCHITO, QUE NOS VAMOS


Son las cinco de la mañana y le cuesta tanto trabajo levantar la puerta corrediza, que parece que estuviese cogiendo a pulso los treinta y ocho años que llevo al frente de su tasca.

Valiente negociomurmura el tabernero mientras enciende las luces del local  No tengo sábado ni domingo, ni invierno ni verano. Míralo, ya está aquí el primero de la mañana. Ya voy, ya voy... espera que ponga la cafetera… ¿qué, lo de siempre? Llevo veinte años sirviéndole cuatro copas de cognac cada mañana. Dice que las necesita para subirse al andamio, debe ser verdad, si no ¿por qué se las iba a tomar sabiendo lo mal que le sientan?           

Dicen que al perro flaco todo se le vuelven pulgas. Los psicólogos llaman a las pulgas frustraciones, pero son pulgas porque chupan la sangre y pican en los cojones.             

La mañana se vacia, como la taberna, y durante cinco o seis horas los pensamientos trotan a su antojo, dando coces y relinchando, hasta que aparecen más fantasmas, pero ahora de carne y hueso.

Ponme un buchito, y apúntamelo, le pide el Calabozas.    
El Calabozas tiene los ojos del mismo amarillo que las hojas muertas, y está tan vacío que le basta el instante del sorbo para seguir tirando del carro. El vino se ha convertido en el hilo que le cose un día con otro día.     

El Calabozas recoge el vaso de vino y se encamina arrastrando las alpargatas hasta el patio. Se sienta despacio, agarrándose a la silla de hierro, y se desabrocha la camisa. De un buche se toma la mitad del porte. Luego, se saca un pañuelo arrugado y sucio, y se lo pasa por la frente y por el pecho. El calor aprieta. De otro golpe se toma el resto de la mercancía. El Calabozas  es un filósofo, y siempre repite cuando se meten con él:

Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscamos nuestra casa, sabiendo que tenemos una. No recuerdo quién lo dijo, pero lo dijo.

 Llegada la noche, el tabernero le echa el cerrojo al Calabozas diciéndole:

  Señores, un buchito...que nos vamos.

…entonces el Calabozas, le echa el brazo por encima al tabernero y le susurra al oído:

              —La última Juan…, la última. Y tómate una, tú también la necesitas.

 Manolo  Martínez

No hay comentarios:

quizas te interese

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...