Cuando era chico mi hijo Ángel, le gustaba ponerse el sombrero de mi padre. Y tantas veces se lo puso que acabó traspasándole muchas de las cosas buenas que,
habiendo sido de mi padre, ahora son de mi hijo.
Es bueno, generoso, trabajador y
sufrido, siempre se calla los problemas para él. Es honesto y siempre piensa en los demás antes que en
él.
Ahora ya no recuerdo de quién
escribía, si de mi padre o de mi hijo. Da igual, parece que ocurrió de verdad,
que ese sombrero de paja que estuvo en las dos cabezas, trasvasó lo mejor del
abuelo al nieto.
El dieciocho de abril es un día especial porque es el día que nació mi padre, éste hubiera cumplido 87 años, y por segunda vez, desde que se fue, me ha hecho un regalo. Sé que ha sido él.
Manolo Martínez
1 comentario:
Felicidades a tu padre y ahora a tu hijo, no todos sacamos lo mejor de nuestros predecesores, pero si es así, es una doble alegría y por ello hay que aplaudirlos.
Un beso.
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