Fue como si Moisés hubiera separado las aguas del mar Rojo para que pasásemos de la edad del pavo a jóvenes que se iban a comer el mundo. Dos besos con lengua después, el mundo nos comió a nosotros, lo cual formaba parte de ese doloroso proceso de hacerse “un hombre”.
En1977, hacerse un hombre significaba fumar, poner música a revientacaldera, escuchar al profe de filosofía decir cosas que nunca habíamos oído, aprendiendo a dibujar con don Antonio Losa, cabalgar con don Quijote de la mano de don Carlos, o ponernos repelentes con las declinaciones de latín, rosa-rosae.
El púlpito musical de aquellos años lo dirigía Juan, el persiana, desde dónde Miguel Bosé cantaba “Linda “ mientras nosotros buscábamos a la nuestra dándole a La Gloria más vueltas que San Pedro.
Hoy, aquellos adolescentes que escuchaban a Boney M., a los Amaya y su obsesivo “Vete”, o la melosa “Cara de Gitana“ en la pista de coches locos de Mary-Tere, justo al final de la Alameda, somos hombres o medio hombres.
Hemos pasado del medio siglo, ya hay más velitas de cumple que tarta, y nos hemos convertido en nuestros padres cuando le repetimos cansinamente a nuestros hijos, estudia niño, para que mañana seas un hombre de provecho.
Manolo Martínez
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