CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


domingo, diciembre 11, 2022

EL CUARTO DE LOS BESOS


Los que arañábamos la adolescencia a finales de los 70, empezábamos a sufrir los síntomas de la castidad impuesta a medida que se acercaban las navidades. Los cursis decían que sentían mariposas en el estómago, pero en el estómago no era. 

En aquellos años celebrábamos las fiestas de navidad en un solar, o casa a medio construír, que nos cedía el padre de alguno del tercio. 

El caso es que le dábamos un “lavao de cara” tapizando las paredes desconchadas con cartones, alumbrándolas con bombillas pintadas de colores (siempre de rojo, por crear un ambiente cercano a nuestras pretensiones), y buscábamos el “bujío” más escondido para emplazar el imprescindible “cuarto de los besos”. 

Levantábamos aquel cuchitril con cuatro paredes y un techo de plástico, negro, como nuestras intenciones. 

En aquella boca de lobo sólo cabía un destartalado sofá. No había nada más. Ni luces, ni ceniceros, ni comida, ni bebida…, solo oscuridad y deseos. 

Una bendita oscuridad en la que, mancebos, imberbes y pollos, soñábamos poder entrar a tientas, con la que nos ocasionaba las mariposas en el estómago. 

Aquella peli siempre acababa con una docena de besos “mal daos”, y una tortuosa exploración por las hechuras de la cortejada, buscando alguna “puerta” por la que entrar a palpar unos centímetros de piel, ardua faena por las innumerables mudas que siempre cubrían a nuestra dulcinea, hiciera o no hiciera frío, mecaguendié. 

Cuando uno se tira de cabeza a las navidades pasadas desde el trampolín de las conversaciones que flotan en cerveza, corres el peligro de darte un “barrigazo”, cuando, mil años después, aparece el nombre de la misma chica, la misma noche, en el mismo cuarto de los besos, pero a distintas horas, y curiosamente con dos, hasta esa conversación, amigos.

 Te lo advertí, gilipollas, tanta nostalgia no es buena. 

Manolo Martínez

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1 comentario:

Lola Martínez dijo...

Has descrito muy bien el cuarto de los besos, todos tenemos uno, aunque algo distinto, pero en el fondo igual. Sí, tenemos edad de añorar. "Siempre nos quedará París". Bueno, a mi tampoco.
Os deseo unas muy felices fiestas en compañía de los vuestros.
Un abrazo para todos.

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