Ocurre todos los días dos mil años después.
Paradójicamente, fue el mismo Cicerón, el que escribió que “la mejor cosecha de la vejez es la del recuerdo de las buenas acciones”. Curioso. No sabemos si la reflexión le alumbró al ser dejado, o cuando él dejó.
Cuando has jugado ya los primeros cuarenta y cinco minutos del partido, y saltas al terreno para jugar el segundo tiempo, plugiera a Dios que tuvieras tus fuerzas intactas, pero biológicamente es imposible.
Estamos programados, como los lavadoras nuevas, para durar un tiempo.
Tienes que asumir esa obviedad, so pena de convertirte en Isabel Preysler, o en Carmen Lomana, que uno ya no distingue cuál de las dos habla, porque tienen el mismo timbre de voz, porque se han estirado hasta las cuerdas vocales.
Hay que jugar el segundo tiempo con dignidad, no con la ilusión de ganar, porque en esta historia no hay nada que ganar, ni que perder, en este juego de la existencia, se trata de aprender.
Y ya está. Si es muy fácil. Se trata simplemente de que lo que digas se pueda casar con lo que hagas. Si no habría que hacerte una lobotomía.
Manolo Martínez
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