¡Que jartura dios mío! De rebujito, música a tocarajo, la tómbola que no
calla, peinaovejas, jamón a precio del bueno sin ser bueno, la tómbola que no
calla, los que llegan el domingo de la
playa con ganas de comerse la feria…, y la tómbola que no calla.
Hay una caseta cuyo nombre, “Los Sin Hora”, define a la perfección lo jartibles que llegamos a ser algunos, tanto, que hasta la misma feria se nos pone con los brazos en jarra y nos echa:
— Que te vayas al lunes, coño, y me dejes tranquila.
…y nos vamos a casa, nos desnudamos hasta quedarnos como Tarzán, taparrabos y poco más, y con la voz aguardientosa le decimos a la media naranja:
— Yo puchero, tú Jane.
Puchero y silencio, por gordo.
Y es que no nos cabe más feria en el cuerpo, no por sobra de feria, sino
por falta de cuerpo.
Manolo Martínez
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