El cardiólogo Manuel Almendro Delia nos deleitó con una clase magistral sobre la historia de la cardiología, cosiendo con habilidad historia y medicina, y propiciando que se hicieran cortas las casi dos horas de su discurso, que tuvo lugar entre buenos vinos y mejores tapas que el restaurante Tabanco nos sirvió durante la tertulia.
Manuel Almendro Delia es Licenciado en Medicina por la Universidad de Sevilla.
Recibió el premio fin de carrera por tener las máximas calificaciones y matrículas de honor. Recibió el grado de Doctorado con la más alta calificación “Cum Laude”, por el Estudio en Carmona sobre “Factores de riesgo Cardiovascular en la infancia y en la adolescencia”.
Gracias a una carta de recomendación de sus jefes, pudo acudir a hacer una estancia en la prestigiosa Facultad de Medicina de Harvard, en Boston, dónde además tuvo la suerte de conocer, y luego seguir en contacto, con las figuras más prestigiosas de la cardiología mundial. Fruto de esto, hoy tenemos en Sevilla la posibilidad de realizar ensayos clínicos internacionales en el Área Cardiovascular.
Actualmente, el doctor Manuel Almendro, coordina, porque no le gusta decir que es el Jefe, la Unidad de Agudos Cardiovascular y la Unidad de Investigación del Hospital Virgen Macarena de Sevilla.
Esta tertulia pudo hacerse gracias a la directora del Hotel, Ángela, una mujer que, sin ser de Carmona, ha convertido su hotel en un escaparate de la ciudad: reinventándose continuamente y dando espacio a actividades lúdicas y culturales que enriquecen la vida de Carmona.
Gracias a Soraya y a Antonio, del Alcázar de la Reina, por su exquisito trato.
Gracias igualmente a Kiko Hidalgo, director de la Universidad Pablo de Olavide en Carmona, y amigo de muchos años, por su colaboración.
... y gracias, una vez más a quiénes se han bautizado como tertulianos, asistiendo por primera vez: Manolo, Magdalena, Andrés, Antonia, Eduardo, Esther, Clara, Gertrudis y Carmen Cabeza, que se desplazó desde Sevilla para estar en la reunión, y y a quién me alegró especialmente tener allí, amén de por el aprecio que me une a su padre, por lo interesada que siempre se ha mostrado por las tertulias.
No hay una sola tertulia, de las sesenta y dos celebradas, a la que no se hayan incorporado tertulianos nuevos, lo que deja claro que los carmonenses tienen ganas de “Comer, beber y hablar”.
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