Desde los tiempos de maricastaña,
en las tiendas de barrio, se les hacía un hueco preferente, sobre los
mostradores de madera, a los mejores productos. Pero el precinto que les
diferenciaba del resto, era la boca del tendero pegada a la oreja de la clienta
chivándole:
—Loly, de estos entran pocos
en el kilo.
...dejándole claro que no se
llevara cualquier cosa, que allí tenía algo bueno.
A menudo ocurre igual con algunas
personas. Son esas que alojamos en los mostradores más luminosos de nuestra estima. Esas que no
compiten por estar ahí, simplemente están por su empatía con el mundo que
les rodea. Ocupan ese espacio de nuestro aprecio porque nos ofrecen ese sanador
"dime" que todos necesitamos en algún momento.
Silvia Álvarez Merino es una de
ellas y los carmonenses hemos tenido suerte de que el trabajo de su padre la
trajera a nuestra ciudad.
Silvia es psicóloga y actualmente
trabaja en asesoría individual y talleres grupales en la asociación ACTIVA
6.
Es una mujer directa, rápida en
sus respuestas y convencida. Es alguien que lleva años ayudando a las
carmonenses desde su profesión y desde su solidaria manera de entender el
mundo. Siempre abierta a cualquier causa justa que la reclame e implicada en
otras, a fuerza de quitarse muchas horas de su tiempo libre.
Silvia es una profesional
imprescindible en los tiempos que nos ha tocado vivir, por eso, cuando le pido
tres pautas que nos sirvan a todos para mantener el equilibrio en nuestras
vidas, no tarda en recetárnoslas:
- Hacer cosas que nos gusten.
- Tener la capacidad de
expresarnos.
- Centrarnos en algo que no
seamos solamente nosotros.
Aprovecha para recordarnos que el
miedo es un enemigo a vencer que a menudo está detrás de muchas zozobras del ánimo,
y al que hay que combatir en todos los estratos de la sociedad y de las
relaciones humanas. Hay que recuperar la capacidad de expresarnos sin
miedo a ninguna represalia.
Silvia conecta rápido con las
personas porque empatía y simpatía van en su ADN.
Ganarse la vida ayudando a las personas
es todo un privilegio, aunque también es verdad que tener la capacidad de
elegir las palabras adecuadas para utilizarlas como la mejor mediación para los
males del alma, no está al alcance de cualquiera.
En los tiempos más duros de la
pandemia, durante el confinamiento, aconsejó a los ciudadanos a través de Televisión
Carmona, de diversas Tertulias, incluso algún coloquio mediante wassap, porque
lo importante era transmitir tranquilidad a los ciudadanos, cometido que
conseguía con sus consejos para mantenernos física y mentalmente activos.
Quién la conoce sabe que no estoy
halagándola en vano. Es una buena persona que nos recuerda, con su quehacer
diario, que la solidaridad debe ser algo inherente al ser humano. Es
desprendida y generosa. Una rara avis en los tiempos que corren que pone a las
personas por encima de los intereses.
Le gusta el flamenco, el jazz, la
música clásica, el blues, es decir, la que hunde sus raíces en lo auténtico, en
la verdad.
A menudo recurre a una canción de Silvio Rodríguez
que necesita escuchar de cuando en cuando y que se titula “Te doy una canción”.
Esta es la canción: https://youtu.be/5gqo5Mlfdsc