A ver ¿quién me restituye a mí los daño moro-anales?
Pues anda que no llevamos supositorios mal metidos los de mi generación, tantos como cosas hechas al revés.
¿A quién de ustedes no le inundaron el hígado con Tío Quinito por hacerle ascos a la comida? Claro que por aquellos años no se habían inventado las transaminasas. Otro supositorio al revés...
Hace poco recibí un correo en el que se especificaba que un padre de 1.979 cobraba 38.000 pesetas y una vivienda del mismo año rondaba las 500.000 pesetas.
Hoy el sueldo se ha incrementado un 750 %, pero es que el menú ha ascendido un 1650 % y las viviendas –agárrense– casi un 3000 %.
Las familias de mi infancia pudieron la mayoría adquirir una casa. Ahí están La familia Monster, los Picapiedras, hasta los Ingalls consiguieron su Casa de la Pradera.
Hoy, los bancos nos bajan los pantalones, nos ponen sobre sus rodillas y nos meten 50 años de intereses con la puntita del sueldecito para adentro. Empujan, presionan y nos aprietan las dos nalgas, como hacían nuestras madres para que nos expulsáramos el supositorio.
Manolo Martínez
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