CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


miércoles, diciembre 18, 2024

EL OFICIO DE VIVIR

El oficio de vivir es un libro que nace del diario íntimo de Cesare Pavese. Lo empezó a escribir el mismo año que nació mi padre, 1935, y lo terminó el mismo día que nació mi mujer, un 18 de agosto, casualidades simplemente, como las de Paul Auster. 

Escribió Cesare, entre otras muchas cosas: 

“La religión consiste en creer que todo aquello que nos ocurre es extraordinariamente importante. Nunca desaparecerá del mundo, precisamente por esa razón”. 

…o esta otra: 

“El arte de la vida, y esto es lo más atroz, consiste en ocultar a las personas queridas la alegría que sentimos en estar con ellas; de lo contrario las perdemos”. 

Pero de todo lo leído en este diario, lo que más me impactó es la forma en la que acabó el libro: 

“Todo esto da asco. Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más”. 

Luego se suicidó. 

Alguien dijo que la muerte no es triste, que lo triste es que la gente no sepa vivir. 

Mi amigo Antonio Rivero, cuando me despedí en falso, como los toreros malos, de convocar más tertulias, en una que organicé sobre el flamenco en aquel hermoso hotel palacio Casa Carmona, y que dirigió José Luís Rodríguez Ojeda, me leyó el poema  Ítaca, de Constantino Cavafis. 

Desde entonces lo releo a menudo porque me recuerda que el viaje siempre es más importante que la meta. 

“Cuando emprendas tu viaje a Ítaca, pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, llenos de experiencias...Ten siempre a Ítaca en tu mente. Llegar allí es tu destino. Más no apresures nunca el viaje. Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla, enriquecido de cuánto ganaste en el camino, sin aguantar a que Ítaca te enriquezca”. 

Está claro que el oficio de vivir no es fácil, si realmente tu intención es aprender ese oficio, y no pasarte la vida quejándote como los malos aprendices, del frío, del calor o del sueldo. Pero si entiendes que vivir es lo único que realmente tienes, acabas agarrándote a la vida como Leonardo di Caprio se agarraba a la tabla en las aguas heladas tras hundirse el Titanic.

Manolo Martínez

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1 comentario:

Anónimo dijo...

BRAVO!!!

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