Los tataranietos de doña Rufina de los Cojones Bien
Puestos y los bisnietos de Mariquilla Aquí Te Espero Comiendo un Pero, se han
puesto en contacto con el mejor bufete de abogados de Cencerrilla del Toboso
para demandar a quienes se han apoderado de la idea de sus antepasados.
Al parecer tienen un documento escrito que demuestra que el invento tuvo lugar en el año de nuestro señor mil y pico cuando doña Rufina se enteró de que a la hija de Julita, la de los Espárragos, le habían hecho una barriga.
Con ese notición en sus manos, y sabiendo que no podría ver a mucha gente hasta el lunes, día de mercadillo, se puso las alpargatas de correr y en menos que canto un gallo le estaba contando el sucedido a Mariquilla, quien hizo lo propio, y así, antes de que la luna le diera un codazo al sol, todo Cencerrilla sabía que la hija de Julita estaba preñá hasta los ojos.
Mensaje, emisor, receptor y
difusión instantánea, eso es WhatsApp. Que
no me vengan ahora los americanos como si estuviéramos en los tiempos de
“Bienvenido Míster Marshall”
Manolo Martínez
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