Ya no hacen mesas como las de antes. En aquellas camillas liaban nuestras abuelas las albóndigas y las "cocretas", luego, nos sentábamos en media docena de sillas de enea y comíamos en ellas mientras los mayores contaban las cosas del barrio.
Cuando recogían la mesa, las madres estiraban una mantita y ya tenían la tabla de la plancha. Y a planchar, hasta las cinco. A esa hora regresábamos del colegio, echábamos la manta a un lado y hacíamos los deberes en la misma mesa, después de merendar una papocha.
Luego, el cine y los carteros que llaman dos veces, nos revelaron como aprovechar las mismas mesas dónde comíamos, planchábamos o hacíamos los deberes, para otros menesteres más lujuriosos, y erre que erre, y... oyoyoy... , esas cosas ya no deben verla los niños... apaga la tele concho, y vámonos a la cama. A dormir, a la cama a dormir.
Manolo Martínez
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