Hace “mil años” que un puñado de amigos interpretábamos obras de teatro a beneficio de la Cabalgata de Reyes. La imagen corresponde a la representación, en el siglo pasado, de “La voz de su amo”, de los Álvarez Quintero.
En la fotografía que acompaña a este texto aparecemos, de izquierda a derecha:
Manolo Martínez, uséase, un servidor, que intentaba ser creíble en el noble oficio de actuar, pero no tenía madera, o eso me dijo el por aquellos años cura de Santa María, quién me aconsejó dedicarme a otras briegas.
Mercedes Ávila, prima del anterior.
María de Gracia Prieto, actriz de los pies a la cabeza y graciosa a más no poder.
Juan Manuel Jiménez “Macedo”, alma mater y director de aquel grupo de teatro, e hijo de Manolito Macedo, el que daba los números en el médico y un artista que ya tiene su calle en Carmona.
María de Gracia Flores, maravillosa persona, y versátil actriz, que nos dejó demasiado pronto.
Fran, compañero de clase y buena persona.
José María Jiménez “Matute”, desternillante en sus representaciones. Hoy capataz referente de la Semana Santa de Carmona, y amigo de siempre.
José María López, que ha vuelto a las tablas tras jubilarse como profesor, y que es un “LópezVázquez”, un actorazo, y otro amigo de toda la vida.
Antonio “El Porrita”, el mejor y más salamero tendero que ha tenido Carmona, y güena gente.
Julián, el Juli "pa" los amigos. Tenía la letra más bonita del Instituto Maese Rodrigo y fue un futbolista de nivel. Gracioso y nervioso.
Así pasábamos entonces las horas muertas los jóvenes de los ochenta: utilizando esa circunstancia maravillosa, hoy demonizada injustamente, que es el aburrimiento, y que entonces empleábamos para idear, inventar, curiosear las posibilidades que nos ofrece la vida, en definitiva, hacer cosas.
Manolo Martínez
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