A uno le falta el aire, se ahoga literalmente, cuando, después de salir de la iglesia con la frente llena de ceniza, tiene que irse a la cena de los enamorados. Pues la verdad, va uno con el cuerpo cortao.
Nos arrancan de raíz el pito, de caña, y nos recuerdan con una cruz de ceniza que estamos aquí dos días, y ya da igual que Cupido nos tire una docena de flechitas que no nos da ni una, y si nos da, como si no nos diera.
Se queja el angelito Cupido, con razón, que este año cada vez que se acerca a alguien para apuntarle con la flecha, el objetivo huye despavorido porque piensa que es el “tío de la guadaña” y no el que dispara las flechas del amor.
Tan ambiguo es este miércoles 14, que una misma palabra, polvo, tiene significados bien distintos atendiendo a si el emisor es Cupido o Caronte, porque si uno de los polvos conlleva goce, el otro barrunta pesadumbre por el temido, pero inexorable destino.
Porque no es lo mismo que el cura te recuerde “polvo eres y…”, que la media naranja se ponga melosa con la media docena de rosas que le has regalado y propicie un… ¿amoroso encuentro?
En fin, que dimita ya el autor del calendario de este año, porque vaya metedura de pata más grande. Deseandito que llegue el 15.
Manolo Martínez
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