Que rápido crecen los hijos.
Si parece que fue ayer cuando tenían una chupa dónde hoy tienen un cigarro.
Que vértigo.
Es como si viésemos pasar la vida por la ventanilla del AVE.
Cantaba el “Nano” que a menudo los hijos se nos parecen, dándonos así la
primera satisfacción, y que cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
mientras nosotros les transmitimos nuestras frustraciones sin dejar de darles
contínuas órdenes:
— ¡Niño…! Eso no se hace, eso
no se dice, eso no se toca.
Pues en dos telediarios, los de la chupa y el cigarro, le cambian el sujeto a la oración y pasan a decirnos ellos a nosotros:
— ¡Abuelo…! Eso no se hace, eso
no se dice, eso no se toca.
La vida.
A Alfonso, un buen compañero de trabajo y mejor persona,
que sin duda va a ser un gran padre.
Manolo Martínez
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