Cuando abro los cajones amarillos de la memoria me encuentro con los Viernes Santos en que madrugábamos para ver salir la Hermandad de San Pedro.
En aquellos abriles había que ponerse rebequita, con su hilera de botones abrochados hasta arriba, porque así lo requerían las mañanas de entonces (y las de este año al parecer) más frías que templadas.
Media docena de horas después ya sobraba la rebequita y faltaban comandas y refrigerìo, que buscábamos, como agua de mayo, pegadito a la recogida, en Casa Gamero.
Allí dentro había otro cielo, éste más tangible, más de andar por casa: Huevo a la Bechamel, Pez de Espada, Hígado a la plancha, Empanadillas, Calamares fritos…
… y uno se preguntaba, entonces, en sus pocas luces, por sus pocos años:
— Si soy bueno aquí en la tierra, en el otro cielo ¿tendrán todas estas tapas? ¿no?
Manolo Martínez
Hazte seguidor, aquí abajo, de mi Tertulia "COMER, BEBER y HABLAR"
https://www.facebook.com/Comer-Beber-y-Hablar-1630331003941651
1 comentario:
Sé, de fiable fuente, que en el cielo hay tapas excelentes, pero las buenas y sabrosas, las que despiertan nuestra infancia, están reservadas a los que no devolvieron a los otros el mal que la vida les causó.
Publicar un comentario