No es lo mismo una tarde de agosto en Chipiona que una de noviembre en alta mar, o una de marzo en la plaza del pueblo.
Mientras el mal tiempo barre a la gente de la calle, las tardes de marzo son como el padre que arruga la frente cuando riñe y truena porque el entrecejo se hace nubarrón.
Uno se asoma a los ojos de las casas para ver como los goles de los niños, en los árboles, visten la tarde de gorriones.
…y de pronto, al caer la noche, Jesús, María y José, el silencio cubre la plaza, como si a los niños, los gorriones y los coches, les hubiese comido la lengua el gato.
Manolo Martínez
Hazte seguidor, aquí abajo, de mi Tertulia "COMER, BEBER y HABLAR"
https://www.facebook.com/Comer-Beber-y-Hablar-1630331003941651
No hay comentarios:
Publicar un comentario