Son las quisicosas, preguntas cuyas
respuestas revolotean como las moscas en verano, van y vienen, pero ni se van
ni se quedan, solo molestan. Se empujan entre sí hasta escapar de tu frente
como el sudor, y siempre son las mismas: ¿por qué estamos aquí?, ¿para qué?, ¿y
después qué?
Las quisicosas atrancan todas las puertas de salida hasta que, cuando menos las esperas, aparecen las respuestas. En mi caso, y en mi casa, irrumpieron en forma de risas, hoy, dos décadas después, vienen todos los viernes a pedirme la paga de la semana. Son dos, rubios y guapos, y traen con su sola presencia todas las incertidumbres resueltas.
Por ellos me gusta hacer trampas en los retratos, y allí, en aquella mentira de papel, me pego junto a mis dos hijos cuando yo tenía la misma edad que ellos en la imagen. Así engaño al tiempo para imaginarme compartiendo juegos.
Pablo, el mayor, en sus años de monaguillo; Ángel, el más chico, buscando la perspectiva al guiñar un ojo tras una espiga de trigo, y Manolo, usease yo, con cara de bueno mientras escondo las malas ideas tras mi añorado flequillo.
Mientras tanto, como el tiempo es imparable y se escurre como la arena entre los dedos, uno mira y remira ese único lugar en que, cada vez que uno quiere, te reencuentras con las respuestas, la fotografía.
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4 comentarios:
Ay vecino, que me gusta leerte, pero sobre todo, escucharte. Sí, ese juego de imágenes es para enmarcar, así como tantos momentos vividos que se atesoran y un día acaricias con la yema del corazón y dices... "Qué suerte tengo" Besos :D
Querido Manolo, hace tiempo que no me pasaba por tu blog, por lo que me he perdido unos cuantos relatos que ahora he leído no sin prisa porque son varios. Siempre es un placer leerte, ya que lo de vernos está resultando difícil. Os quiero desear un buen verano o lo que queda de él, nosotros el sábado viajamos hasta la playa del pueblo a pasar unos días. Un beso grande para los dos.
Querida Margari, que alegría que hablemos el mismo idioma emocional. Un regalo de vecina
Lola, sería un reto que podríamos plantearnos, vernos antes de que acabe el año, o en los primeros meses del próximo a más tardar. Volver a reencontrarnos entre cervezas y charlas sería una gratísima sorpresa. Hablémoslo, sin prisas, pero sin pausas. Un abrazo al marido y un beso para ti
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