¿Quién no ha oído decir a sus mayores aquello de: “Antes, todo esto era campo”.
Dicen, que la luz de la luna tarde un segundo en llegar a nosotros, y la del sol ocho minutos.
Y ahí está la trampa, porque, según esto, el presente no existe, ya que, cuando nosotros estamos percibiendo una imagen, esa escena ya ha pasado.
En fin, puede que ahí esté el meollo, el motivo por el que nuestros abuelos sigan viendo campo dónde ahora hay cualquier otra cosa menos campo.
Y puede, sólo puede que algo parecido nos pase con los amarres afectivos a otras personas a las que, aunque ya no están en nuestras vidas, seguimos viendo y escuchando en otr@s andobas.
“Antes, todo esto era campo” es casi un “déjà vu”, o mejor aún, la imperiosa necesidad de vocear que las cosas no siempre fueron así.
“Es que...antes, todo esto era campo”
Sí, abuelo, sí…, pero ya no. ¿Qué hacemos?
Manolo Martínez
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