Nació un veintiocho de febrero, cuando el invierno bosteza y la primavera empieza a desperezarse en verdes trigales y blancas margaritas. Verdyblanco, como el Betis.
No pudo tener mejor cuna que Carmona, una ciudad que respira despacio por el peso de su historia, y no, no es casualidad que su nombre empiece por la primera letra del abecedario, la A, porque los principales rasgos de su ADN, alegre y amigable, empiezan por esa letra.
Quede claro que hablo de Ángel, mi hijo pequeño, que hoy, Día de Andalucía, celebra su cumpleaños.
Y pensar que hace tres besos se quejaba cuando yo le besaba: «pinchas papá», y ahora soy yo el que le reclama, cuando se despide, besándome la calva, antes de acostarse: «ya toca afeitarse, Ángel, que pinchas»
Qué suerte tuvo, Andalucía digo, de tenerle como hijo, la misma que tuve yo.
Manolo Martínez
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