CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


sábado, julio 29, 2023

LA MADRE DE INDIANA JONES


Los padres de hoy estamos malacostumbrados a “perseguir” a nuestros hijos por wassap, para que nos tengan al tanto de dónde andan, y con quién, a esperarles despiertos hasta escuchar sus llaves entrando en la puerta de casa, o a pasarlo regular cada vez que nuestros herederos se ponen al volante en busca de una playa, o de una novia foránea. 

Por eso, cuando hace unos días fui al cine con mi sobrino mayor para ver la última entrega de Indiana Jones, hice examen de conciencia y comprendí que quien realmente está sufriendo de continuo es la madre de Indiana Jones. 

Hacía tiempo que no veía una película de acción, no son mis preferidas, pero tuve más tiempo el corazón en la boca que en el pecho. ¡Que derroche de adrenalina, que estrés! 

Las escenas de peligro se sucedían una tras otra, y fue, en esa concatenación asfixiante de riesgos y amenazas, donde evalué la de sofocones y desvelos que tendría que pasar la madre del héroe de los cojones, pobrecita mía. 

Nosotros, que lo único que nos preocupa si van a mojarse el culo a Chipiona nuestros hijos, es que vuelvan con luz del día, ¿cómo estaríamos si nuestras crías galoparan a lomos de un caballo delante de un metro?, como hace Indi en su última peli. ¿Y si la novia de nuestro hijo se subiera a un avión en marcha a través del tren de aterrizaje? 

No hay valerianas en el mundo que calmen a la madre de Indiana Jones, vaya telita el  niño que le tocó. 

¿No pudo Indiana haber aprobado unas oposiciones de conserje en el Museo de Bellas Artes?

            Manolo Martínez

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sábado, julio 22, 2023

TU CASA

Aunque nunca sabemos hacia donde nos lleva la vida, aunque compremos el billete de ida para el fin del mundo, el de vuelta siempre es el mismo, tu casa. 

Por eso la cuidamos con una liturgia inquebrantable: desempolvándola de cuando en cuando, acicalándola, pintándola cada verano, o preguntándole, casi a diario, si necesita algo. 

Y sí, siempre tiene  ruegos y preguntas: un azulejo que se ha desprendido, para cuando tapamos esa grieta en mitad de la escalera, el lavabo que se ha atascado o la cañería que gruñe desde hace meses. 

En cuánto podemos atendemos sus peticiones sin quejarnos, porque ella, nuestra casa, siempre tiene en cuenta las nuestras:

 esperándonos con las puertas abiertas (que son sus brazos) cuando volvemos del trabajo, abrigándonos cuando llegan los inviernos, resguardando a nuestros retoños de sus miedos, cuando son niños, y luego, de mayores, escondiendo, por sus rincones, el cosquilleo de sus primeros amores y los suspiros de los desamores. 

Tantas cosas nuestras están dentro de las casas, que, llegados a cierta edad, pensamos que lo que ocurra fuera de aquellas cuatro paredes, francamente nos importa un pimiento, como decía el guapo de “Lo que el viento se llevó”. 

Y es que, es tal la sinergia entre tu casa y tú, que apenas la mimamos un poco: regalándole un geranio al patio, el canto de un canario, o vistiéndola con unas cortinas nuevas, uno recibe de inmediato un chute de serotonina, ...

... y nos sentimos a gusto sólo con verlas guiñar uno de sus ojos, que son sus ventanas, al remangarles el visillo nuestros hijos para asomarse a vernos llegar del trabajo.  

No hay ningún lugar en el mundo, ninguno, en el que uno se sienta como en su casa.

            Manolo Martínez

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domingo, julio 16, 2023

EL BOLSO DE LA REINA

Si yo tuviera dinero, que no lo tengo, me iría a vivir al norte, porque el frío, que encoge otras muchas cosas, acaba alargando otras, como la misma vida. 

Párense vuestras mercedes, si no, a tirar números, y comprueben que, desde las dos de la tarde hasta las diez de la noche, no hay vida en esta bendita Sevilla dónde el calor es el puto amo. ¿Cuántas horas, y días, al final del verano, hemos "perdido" debajo del aire acondicionado?    

     

Por eso, cada vez que podemos, nos abrazamos en Ryanair y nos plantamos en cualquier rincón cercano al Cantábrico, como Oviedo.  

Y allí, después de pedirle permiso a la Regenta que custodia su hermosa catedral, de tomar unos culines de sidra en la calle Gascona..., 

.. de pasear entre los espléndidos culos de Úrculo, en la calle Uría, de visitar el hermoso Mercado del Fontán. y de llenar los pulmones de aire fresco en el Campo de San Francisco (todo esto entre las tres de la tarde y las diez de la noche), acabamos mirando escaparates.

Y entre ellos, nos seduce uno que está “en cueros”, y en cuyo interior conocimos a Bruno, hijo de Felipe Prieto, su fundador, quién, de amables maneras, comparte con nosotros su buen quehacer, sus idas y venidas por todo el mundo de la mano de su artesanía, y acaba invitándonos a respirar el olor a piel que flota en su taller. 


                             

Entre los célebres clientes de este taller del cuero: el Canciller alemán Helmut Kohl, o el Papa Juan Pablo II, que fue obsequiado por el Principado de Asturias, con una réplica de las sandalias de San Pedro. 

Pero el que más me llamó la atención, por mi mala relación con el calor, fue el de un  bolso de mano realizado para la reina de España, quien curiosamente (y aquí viene el conque del por qué me llamó la atención),  lo utilizó en la visita que, doña Letizia, hizo a París con motivo de la II Conferencia Global sobre Salud y Cambio Climático.

Es curioso, yo había llegado a Oviedo huyendo del calor, y acabé hablando, con Bruno Prieto, del bolso que la reina llevó para hablar del calentamiento de la Tierra.

Haz muchos bolsos, Bruno, como el de doña Letizia, para pedir a todo el mundo que, por favor, seamos responsables y no le dejemos a nuestros hijos un desierto, sino muchas Oviedos que estén llenas de manzanos que estén llenos de manzanas que estén llenas de sidra, que nos haga olvidar estas malditas calores.

         Manolo Martínez

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sábado, julio 15, 2023

La pluma


    Siempre me pareció ridícula esa gente que cree en las “señalestontos que se dejan arrastrar por presentimientos, corazonadas y horóscopos. 

Vivir es tan grande, tan lo único que realmente tenemos, que me parece una falta de respeto robarle a los días la maravillosa incertidumbre a fuerza de planificarlos, o peor aún, adivinarlos o suponerlos. 

Pero, si el meollo del vivir es la sorpresa, el no saber que pasará mañana. ¿Qué belleza tiene saber que ocurrirá antes de que ocurra? Ninguna, si acaso aburrimiento, desidia o estúpidas fantasías y conjeturas. Hay que estar muy colgado para creer en esas cosas, muy colgado. 

Curiosamente, el otro día, cuando venía de tomarme una bendita cerveza helada (o dos, no recuerdo) al pasar por detrás de Santa María, bajó del aire esta pluma de la foto. 

Descendió dando vueltas, de pie, despacio, hasta quedar justo a la altura de mi cara. No tuve que darme prisa para cogerla porque me estaba esperando.


Alargué el brazo y la prendí. Estoy seguro de que significa algo. Algo me quieren decir los dioses..., o los palomos, o las palomas, que no pude ver quién pelechó mi regalo. 

¿Qué me querría decir? ¿O serían las  cinco cervezas que me tomé las que me hicieron elucubrar? El caso es que, cuando llegué a casa, me dijo mi mujer: 

— ¿Cuántas? 

— Te juro que no han sido más de siete. 

— ¿Cuántas? —me insistió por segunda vez. 

— Diez... —y entonces me percaté del mensaje que quiso transmitirme aquella pluma dando vueltas en mi cara. 

Me dijo, sin decírmelo: "Vuela pa tu casa que te van a dar par pelo" Yo no creo en el karma y esas cosas, pero me dieron "par pelo" por las quince cervezas que creo me tomé. 

viernes, julio 07, 2023

EL ARQUILLA

 

Mi padre tenía una arquilla en la que guardaba sus papeles importantes. Allí metía el libro de familia, las escrituras de la casa, los papeles del banco, su cartilla de la mili y alguna foto amarillenta por el paso de los años. 

Yo heredé esa arquilla y en ella tengo mis cosas de valor: el libro de familia, las escrituras de la casa, los papeles del banco, el librito de mi Primera Comunión, una libreta del Colegio Salesianos (con problemas de matemáticas con las preguntas escritas con bolígrafo rojo y las respuestas con boli azul), una caja de cerillas del Hotel Raphael de Roma dónde pasé la luna de miel, un intento de libro, las pulseras con las que mi hijo mayor y yo hicimos el Camino de Santiago...


Mi padre tuvo menos cosas en aquella arquilla, no por falta de ellas, sino porque no las necesitó para vivir, o porque no tuvo que guardar sus vivencias dentro de una caja de madera como hago yo ahora. Supongo que las archivaba en su cabeza, o en su corazón. 

Iba, como decía Machado, ligero de equipaje, con lo puesto. Mi generación necesita recuerdos, objetos que amarren las emociones a una cosa, a algo físico que podamos tocar, porque, si no las guardamos, o peor aún, si las perdemos, tememos olvidar el momento que evoca el objeto atesorado.

Hace unos años, aproveché una tapa de la arquilla original para pegarle un trozo de madera que a diario, utilizo para escribir un rato sobre él antes de acostarme, o los días que me desvelo antes de tiempo, que son siete a la semana. 

Sé que las cosas no tienen vida, pero siento a mi padre cada vez que toco la tapa reconvertida en escribanía, o abro la arquilla en la que guardó toda una vida de trabajo, en un puñado de papeles.

Manolo Martínez


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domingo, julio 02, 2023

EL DEDO Y LA LUNA

 

Decía Antonio Gala que una de las cosas que más le fastidiaban, era escuchar la monótona y cansina queja de la gente que se pasa la vida lamentándose sobre su sitio en el mundo.     

Para tal mal, aconsejaba el escritor que cuando el trabajo, y los proyectos con olor a humedad, hacen de la vida, no una aventura, sino una rutina, nada más sano que tirarse a la vida. Apostar. Cambiar. 

Pocas veces ocurre, pero es verdad que cuando algunos damos ese paso, acabamos señalados, como si hubiésemos delinquido. 

Dice un proverbio oriental: «Cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo». 

Y es que lo cómodo es sentarse al borde de nuestras vidas a verla pasar. 

Expatriarse, de esa condena que es el hábito, te hace mejor, más generoso, más empático, acabas por entenderlo casi todo. La existencia no puede convertirse en un círculo sobre el que giramos como el asno en la noria. 

Habitamos una misma casa, luchamos por trabajar en un mismo lugar que no se aleje de nuestra casa, frecuentamos los mismos bares, las mismas conversaciones…

Por esto, viajar, salir, cambiar, ausentarse, irse de uno mismo, es un regalo que todos debiéramos hacernos de cuando en cuando. 

Puede que vivir dispuestos a levar anclas en cualquier momento, zarpar  a diario, sea duro, pero vivir atracado es subsistir.

 Manolo Martínez

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sábado, julio 01, 2023

INTERNET SE INVENTÓ EN UNA SILLA DE ENEA

Internet ha existido siempre, puede que su formato fuese distinto, pero su función básica: recolectar, almacenar y difundir información, eso, lo hacían ya nuestras abuelas, cuando cabalgaban, por la noches de verano, en sus sillas de enea, que nacían en todas las aceras de nuestros pueblos. 

No utilizaban teclados, ni ratones, para acceder a la información y navegar por ella. Su labia, y su cháchara, eran los dispositivos inalámbricos que le facilitaban el acceso a cualquier noticia o chisme. Todo lo que respiraba, y pasase a menos de diez metros de sus solios de enea, debía hacer una paradita, para, “descargarle” las novedades, a las guardianas de las aceras, quienes propiciaban, aquellos encuentros informativos, y confidenciales, con éste santo y seña: 

 Buenas noches, fulanito, ¿cómo estás? Oye, ¿y tu padre?, hace tiempo que no lo veo, anda que no hemos jugado nada tu padre y yo… 

Captada la presa, se procedía a la extracción de todos los pormenores posibles.

Que si cuántos años tenía, en qué trabajaba, que si se casó, que si tenía niños, que dónde iba ahora…copiar y pegar, copiar y pegar, en su insaciable disco duro. Una vez exprimido el sujeto en cuestión, se le dejaba ir. 

 Ea…, pues vaya usted con Dios. Hasta otro ratito. Buenas noches. 

A partir de ahí, cualquier internauta (vecino, amigo, conocido o desconocido), daba la contraseña de acceso Buenas noches, ¿cómo estamos?, y tenían acceso inmediato a todos los informes, mensajes y datos recopilados. Como aún no existía el CD, nuestras abuelas utilizaban su propio formato, el rumor, muy barato por cierto, porque se podían regrabar cuántas veces se quisiera, y volvía a estrenarse. 

En cuánto a las herramientas de tratamiento de textos, las tenían todas. Si querían darle importancia a la comunicación que iban a dar, en vez de negrillas, ó subrayado, bajaban la voz hasta el susurro, e introducían el mensaje, con la misma coletilla siempre: 

 Mira, no se lo vayas a decir a nadie, por lo que más quieras, te lo digo a ti porque eres tú… no te has enterado de que… 

Normalmente, la mayoría de las veces, la noticia era una barriga (que es como se le llamaba a los embarazos fuera del matrimonio). Entonces, el usuario, ó interlocutor, en vez de pulsar INTRO, para confirmar, exclamaba un: ¡No me digas….anda ya, mujé…¡ 

Terminado el proceso, la consulta telemática y eneática, se procedía a la desconexión. Nada de darle cien veces a escape, para abandonar la sesión, símplemente las abuelas se levantaban de su silla, y la arrastraban hasta la cocina, confirmando que estaban fuera de uso con un:         

  Me voy pá dentro, que estoy bardá de las piernas. 

Manolo Martínez

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domingo, junio 25, 2023

LA BODA

Era mu chica, mu chica, mu chica…, cuando se venía a mi casa a hacer los deberes, a dormir la siesta, a comer, a estar con nosotros. Irene era una más de la familia, un regalo inesperado que nos trajo una cigüeña en un vuelo corto desde la Tabernilla de Aroca.

Ayer, veintitantos veranos después, nos ha invitado a su boda con Rafael, por cierto, ¡qué suerte has tenido Rafael!, te llevas lo mejorcito de la calle San Francisco.

 
En mitad del convite, por cierto, ¡pedazo de convite!, aparece la novia, tan guapa por dentro como por fuera, y le deja a caer a su “Yiyi”, mi madre y la segunda suya, con permiso de la primera, Mari-Carmen Valverde, por cierto, ¡qué guapísima que iba la madre que la parió!, decía, que me voy por las ramas, que le dejó caer a mi madre, su “Yiyi”, un ramo de flores entre sus manos.

Cada flor de aquel ramo escondía un puñado de risas, unas cuánta lágrimas, algunas confidencias, y la infancia de esta bióloga que nació para cuidar a todo el que esté cerca de ella: su Juani, su Elena, su Rafaé…

Qué boda más hermosa te inventaste ayer, Irene, digna de ti. Todos estuvimos en ella a gusto, porque tú haces que la gente esté cómoda  a tu lado.

Ayer me vine sin decirte adiós, no por despiste, sino porque tenía que escribirte estas cuatro letras de agradecimiento, por hacer que todos nos sintiésemos “guapos” en tu boda, todos, hasta esos bichos llenos de luces que bailaron entre nosotros.

No te voy a desear que seas muy feliz, porque eso ya es un hecho, voy a ser egoísta, y te voy a desear que vivas muchos años para que sigas regándonos a todos los que pasamos por tu lado, de buen karma.

Gracias Irene, eres una buena persona, y en estos tiempos que corren, un lujo al alcance de muy pocos.

Vaya Rafaé lo que te llevas…que la disfrutes. 


                                   A la boda no le faltó un perejil, ni el susto final

sábado, junio 24, 2023

PELUSAS EN EL OMBLIGO


Hay cosas que, aunque estén ahí, no sirven para nada, como, por ejemplo, las pelusas del ombligo. Están porque hay ombligo, es decir, que sin ombligo no tendrían razón de ser, ni sabrían dónde vivir.

Igual ocurre con la gente que vive de la mentira, la que malmete, la que fabrica calumnias…, estas “pelusas” existen porque hay “ombligos” (siendo ombligos aquellos que trabajan, que compran a diario el pan con su faena, que ocupan su tiempo en su briega, no en tergiversar la realidad, en fingir simpatías, en disfrazarse de buena persona….cuidado, a menudo hay una patología detrás de tanta hipocresía).

El problema nace cuando hay terceros que otorgan credibilidad a esas “pelusas del ombligo”, bien por falta de criterio propio, o bien por no practicar esa imprescindible medida preventiva que es comprobar si “lo que me dicen” se corresponde con “lo que veo”.

Dejar con el culo al aire al embustero, o embustera, al calumniador o calumniadora, no es difícil, pero  tampoco es fácil, porque, ¿conoces tú algún ombligo sin sus pelusas?

Lo mejor es sacar a estas "pelusas" de nuestras vidas, igual que desalojamos nuestros ombligos con los dedos,  haciendo bolitas con ellas para a continuación, apoyando el anular en el pulgar, dispararlas a la nada. Que a gusto se queda uno, y que lástima que haya gente que se deje manipular por una pelusa de nada.

Manolo  Martínez

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domingo, junio 18, 2023

LAS CUÑAS del RANA y LOS CIGARRITOS "A CUENTA"

—¡Rana! Una cuña de chocolate y dos cigarritos a cuenta. 

Esta era la frase más repetida entre los bachilleres de finales de los años setenta en el Maese Rodrigo. 

Ni las declinaciones de latín, ni siquiera el etiquetado de los bichos asquerosos (gusanos y ciempiés) con nombres inmemorizables (miriápodos, platelmintos...) eran tan reproducidos como aquel “Una cuña de chocolate y dos cigarritos a cuenta” 

Lo que son las cosas. A “esto” que vemos en la fotografía ha quedado reducido aquel bendito "Ventorrillo del Rana", alfa y omega de nuestra pubertad. 

Allí nos fumamos los primeros cigarros, allí el Rana nos tenía al día de quién le gustaba a la niña que nos gustaba, y allí, en aquel cachito de confesionario, ahora pintarrajeado, conversábamos con aquel hombre siempre asomado a su ventana-mostrador, sobre las cosas del mundo. 

Ojú Rana, quien pudiera volver a pedirte una cervecita “fiá”, mientras nos dabas consejo sobre como trajinarnos a la más bonita de la clase con aires de media capita.

Manolo Martínez

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domingo, junio 11, 2023

LA MUJER DEL CUARTO PAN

 

Las cosas que hoy están dentro del móvil (basta un clic y la tarjeta del banco de papá), antes se escondían dentro de una palabra, esfuerzo.

Me contaba Antonio Domínguez, que antes de ser profesor, tuvo que arrimar el hombro en su casa y, entre otras cosas, ayudaba a su padre, que era panadero, a repartir el pan por las calles de su pueblo. 

Y en esas calles, y entre su clientela, había una mujer a la que nunca le cuadraba el primer pan que Antonio le mostraba del interior de las angarillas. Lo escudriñaba, lo manoseaba y lo desterraba con un “éste no me gusta”. 

Casualmente, también rechazaba las dos piezas siguientes por distintos motivos (estaba demasiado prieto, estaba demasiado blando o estaba descascarillado), de tal manera, que siempre elegía el que le ofrecían en cuarto lugar. Por eso la bautizaron como "la mujer del cuarto pan". 

Lo que nunca supo aquella quisquillosa clienta es que, hartos de sus manías, Antonio y su padre, urdieron un plan para no toquetear todas las hogazas de las angarillas, cada vez que aquella exigente señora se acercara a comprarles.

Primero, apartaban el pan que querían que se llevase, en la angarilla de al lado, luego, simplemente se lo proponían en cuarto lugar.

¿Cuántas personas del cuarto pan conocéis? Aquellas que no se conforman hasta manosear toda la mercancía (panes, afectos, deseos o intenciones), sin enterarse de que su elección está ya decidida, y apartada por la vida, para serles ofrecidas en cuarto lugar.  

(Gracias, Antonio, por compartirme tus recuerdos)

Manolo Martínez


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sábado, junio 10, 2023

REPETIR


En los tiempos de Maricastaña, cuando alguien suspendía más de dos asignaturas al final del curso, tenía que repetirlo entero. 

No tengo ni idea de cuántas materias he suspendido, a día de hoy, en esta carrera que es la vida, pero seguro que han sido más de dos, por lo que tendría que repetir el año de pe a pa. 

Y esa es mi demanda, repetir. Es lo justo. No debo pasar el año hasta que lo apruebe todo, aunque sea con un cinco raspón. 

Tengo un amigo, J., al que quiero mucho, que dice que él no querría vivir otra vez lo mismo desde el principio, que le ha costado mucho llegar a donde está, y que patatín y que patatán. 

Yo le porfío que a mí no me importaría repetir mi existencia, pero, no sabiendo lo que sé, como dicen los antiguos, eso no tendría gracia. 


 A mí me gustaría repetir la vida entera, lo que se dice repetir, con todas las asignaturas: las aprobadas y las que no llegaron al suficiente. Que no me convaliden ni una: las mismas risas, los mismos tropiezos, las mismas alegrías y las mismas penas, otra vez todo igual. 

No me importaría empezar de nuevo, aún a sabiendas de que algunas circunstancias vividas fueron como las matemáticas, incomprensibles, y que algunos momentos se hicieron interminables, como las declinaciones de latín, y aún así no me importaría repetirla de pe a pa, porque es tan hermoso y maravilloso esto de respirar, que ni los desengaños, ni los comentarios de textos, ni las injusticias, ni las calumnias de las lenguas viperinas…nada de eso me haría desistir de repetir la vida. 

Vivir ad eternum, sin ser consciente de que estás repitiendo, claro está, ¿tú querrías? 

            Manolo Martínez

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sábado, junio 03, 2023

La intuición


La intuición es más que una corazonada, mucho más que una sospecha y una suposición, es un chivatazo que te da la memoria sobre algo que ya conoces. X

La mente ha grabado sin parar imágenes y experiencias y, cuando la certeza se intenta escabullir disfrazándose, los recuerdos, como si de chuletas de colegiales se tratasen, te echan una mano.

La adivinación es un acto de valor en el que te juegas tu palabra a cara a cruz, no así la intuición, fiel como un perro,  pues se limita a revivirte lo que tu conocimiento ya penetró. Ni descifras, ni interpretas, ni especulas, símplemente el vestigio te conduce al monumento. 

Esta estela de presentimientos te lleva a decir: "esto me huele a..." o, puestos a afrancesarnos, diremos que la intuición no es más que un "déjà vu".

 Manolo Martínez

sábado, mayo 27, 2023

LA PAPOCHA


A eso de las cinco de la tarde, cuando llegaba del colegio, mi madre me esperaba en la cocina. Siempre estaba en la cocina. Es como si viviera en ella. Como si la cocina fuera su casa dentro de nuestra propia casa. 

Cuando me veía entrar ya tenía cortada por la mitad la pieza de pan, y mientras yo me sentaba en el sofá y encendía la tele, la miraba de reojo viendo como sacaba a pellizcos el migajón, dejándole la barriga hueca al medio bollo. 

Luego, cogía la aceitera y vertía con esmero el zumo de aceituna sobre la oquedad formando un pequeño laguito color oro viejo en el fondo del bendito pan. Con tres dedos, mi madre viajaba desde el azucarero hasta el hueco del pan que sostenía con la otra mano. 

Los tres dedos daban vueltas sobre el agujero del pan como nubes, descargando una lluvia de azúcar sobre la balsa de aceite.

Por último, tapaba el aceite, el azúcar y el agujero con el mismo migajón que antes le había quitado, empaparruchándolo con los dos alimentos. 

Aún conservo en la boca de mi memoria aquel sabor simple pero único.

Debajo de aquel migajón, aún viven mis días de niño, y en ellos,  empaparruchados de azúcar y aceite, están los libros recién forrados en septiembre, dos bolas de cristal y una de barro, un flequillo cuadrado, las películas de miedo del domingo por la noche y la sirena voceando que empezaba el recreo. 

Manolo Martínez

lunes, mayo 22, 2023

Si nos apretamos un poco, la vida cabe en una tertulia


Juan Francisco Rodríguez Testal inauguró el año tertuliano con una 
extraordinaria disertación sobre la manipulación de la mente



El Casa Palacio Carmona nos abrió sus puertas


Los tertulianos, el alma de estas reuniones


Fátima Martín Rodríguez, Premio de Novela Torrente Ballester
 nos paseó por su novela en el Hotel Alcázar de la Reina



En Lolita Fusión hablando de El Camino de Santiago


Manuel  Vázquez Marrufo nos sedujo a todos 
con su oratoria y sus conocimientos sobre el funcionamiento del cerebro


Colgamos muchas veces el cartel de "No hay entradas"


El arqueólogo Juanma Román acaparó toda nuestra atención 
hablándonos de las galerías subterráneas de Carmona


 Tuvimos el gran honor de que Isabel Rodríguez, directora de los Reales Alcázares de Sevilla, fuera nuestra excepcional guía.






María de Gracia López, mi más entrañable tertuliana, me regaló unas palabras que las guardo en el cajón de mi escritorio. Francisco Román, otro fiel tertuliano y amigo, organizó una sorpresa para mi "despedida" de las tertulias. Gracias


Con un gran amigo, Juan Francisco Rodríguez, que ha intervenido en más de una tertulia


Un momento especial. Mi hijo Pablo , mi mujer , y un servidor,
con Luís García Montero y Rosa León


En el precioso salón que Bernardi de Casa Curro Montoya nos habilitó para la tertulia con Matías Tejela, Fernando Fernández-Figueroa, Emilio Trigo y Manolo Burgos. Hubo lleno


Con Francisco de Paula Hidalgo Rosendo, amigo 
y director de la Universidad Pablo de Olavide en Carmona


Tertulia flamenca con el escritor Jose Luís Rodríguez Ojeda. 
Ameno, ilustrado, cercano, un noche magnífica


Antonio Rivero fue nombrado, por votación popular, "Tertuliano del Año"


Escuchando a Pablo García,  
copropietario y chef del restuarante Lolita Fusión.
 Su juventud no está reñida con su saber gastronómico.


Juanma Román convocó a más de sesenta personas. 


Evelyne Ramelet, una oradora maravillosa que nos ilustró sobre gastronomía, 
a su lado María de Gracia Carrera que nos habló de su blog de cocina "Con mil sabores"


Luis García Montero, Director del Instituto Cervantes, aceptó mi invitación para dirigir una tertulia. Fue un regalo que guardo en papel de plata en mi memoria . Escucharle fue un lujo.


En la tertulia taurina de Casa Curro Montoya, Juan Ávila, alcalde de Carmona, 
nos honró con su visita abriendo el acto


Dos números uno en el mundo del cerebro, que además son amigos,
Juan Francisco Rodríguez Testal y Manuel Marrufo Vázquez,
ambos pusieron el nivel de las tertulias en lo más alto


Con el torero Matías Tejela, una persona encantadora, 
mi hermana Mary, mi hijo Ángel, y mi mujer Maria de Gracia


Mayca abrió el año de tertulias con su maravillosa voz



 Amigos, ideas, vino, palabras, viandas, proyectos, risas...lo mejor de la vida cabe en una tertulia

AQUÍ PUEDES VER TODAS LAS TERTULIAS DE "COMER, BEBER Y HABLAR"

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Manolo Martínez

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