Conocí a Rafa Torres hace un par de años cuando le invité a una tertulia de
“Comer, Beber y Hablar” junto a otros fotógrafos de Carmona. Quise que viniera
porque sus fotografías son de esas que hablan, como dice la gente mayor. Rafa
Torres tiene el don de comunicar, y a esa virtud Rafa le suma mucho trabajo, y
técnica, y cursos, y viajes, y todo lo que se quiera, pero el motor, el corazón
de sus imágenes es su particular visión. Rafa no necesita firmar sus
fotografías, porque su nombre queda impreso en el momento elegido para echar la
foto, en el encuadre, en el color, en todo ese mundo que cabe en la mirada de
un artista.
Rafa Torres acaba de
publicar, junto a Layna Fernández, “OXÍMORON. LA ISLA QUE FLOTA SUMERGIDA”. Lo
primero que me sedujo es que las fotografías de ambos se entremezclan sin que
ninguno de los autores firmaran la suya. Dice Rafa que es un trabajo de los
dos, y que lo que importa es el trabajo, no el reparto de firmas. No hay que competir,
sino regalar la vista de quién tenga el acierto de hacerse con un ejemplar y
disfrutar de la mirada que Rafa y de Layna tienen de Cuba. Un maravilloso paseo
por los cubanos, sus casas, sus playas, sus luces y sus sombras, pero por
encima de todo: MIRAR a Cuba con el talento de estos dos fotógrafos.
Enhorabuena, Rafa, me siento honrado de haberte conocido.
Manolo Martínez
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