Este país no está hecho para los perros verdes ni para las ovejas negras, hay que ser por cojones palomas blancas.
No es fácil ir contra la corriente, aguantar de pie la ráfaga de la intolerancia y el empujón del insulto sin caerte y partirte la boca entre las burlas de los ignorantes. No, no es nada agradable tener que dar explicaciones porque piensas distinto, porque eres negro, porque te dejas rastras, porque odias las chaquetas, porque eres homosexual, heterosexual o bisexual, porque te gusta la comida china, porque estornudas, porque eres comunista, socialista o animalista, porque te da igual la vida de los demás y sólo controlas la tuya, porque…
…en fin, al final de una lista interminable de circunstancias que no son más que opciones y elecciones personales, maneras de vivir, acabas entendiendo que quienes esgrimen el látigo, los intolerantes, lo son por su incapacidad de ser libres ellos mismos. Están presos de ese mal que es el PENSAMIENTO ÚNICO.
No son capaces de salir de su jaula. Se les va la vida meciéndose en un ideario que va y vuelve al mismo sitio siempre, como el columpio de los canarios, mientras escupen insultos como si fueran cáscaras de alpiste.
Dos cosas por si tuviste la mala suerte de tener que bregar con alguno de estos:
Una, échale el brazo por encima, para no caerte del asco, y que de camino
piense que vas en el mismo barco. Al menos te dejará en paz. No es una solución
honesta, pero es práctica.
Dos, mándalo al carajo. No es una solución práctica, pero es honesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario