En esto del vivir uno tiene que ponerse las pilas de cuando en cuando.
Resetearse, cambiar
el rumbo, asumir, ver venir, esquivar, hablar menos y escuchar más, morderse la
lengua y abrir el capote más grande que tengamos.
Pedir silencio al
tendío, bajarle el hocico a los problemas con la espada de la paciencia, hasta someterlos, pero nunca perderle
la cara al bicho, que se arranca.
Tampoco se trata de
entrar a matar todos los días, porque eso es provocar a diario al respetable,
al morlaco, y eso es buscar adrede una corná mu grande. Vive y deja vivir, que
no eres Belmonte, ni Joselito, como mucho Platanito, el que acabó vendiendo
lotería.
Piénsatelo dos
veces, y tres, porque luego no hay vuelta atrás, y si la hay queda poco
elegante la bajada de pantalones hasta las rodillas.
No te creas
importante sólo porque le has puesto dos pares de banderillas al más flojo de
la ganadería. Eso es lo que hacían, y servía de risas, el bombero torero y sus
enanitos.
Quillo, que la grandeza no está en pisotear al otro, sino en tenderle la mano, aunque es verdad que para comprenderlo, primero tenemos que enterarnos de que todos, todos, sólo somos los demás de los demás, nada especial.
Manolo Martínez
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1 comentario:
Qué verdad más grande y qué bonito lo explicas...
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