CARPE DIEM
Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.
domingo, enero 31, 2021
El bacalao de Lolita
domingo, enero 24, 2021
Pasar los apuntes a limpio
Cuando el sol se va a dormir y tira de las sábanas para taparse, siempre se le quedan los pies fuera durante unos minutos. Son los últimos rayos del atardecer, que hasta que no lamen el mar y descubren el frío, no se encogen buscando el calorcito de la franela.
Con las dos luces apagadas, la del sol y la de la mesita de noche, repasamos lo hecho durante el día. Siempre nos atascamos en lo que no nos salió bien, y entonces, el desvelo nos coge por el cuello para no soltarnos.
Las noches no se hicieron para pasar los apuntes a
limpio de lo que escribimos en los días: el trabajo, las faenas de la casa, los
niños, el gimnasio que sigues pagando sin ir…
La cama se hizo para amar y dormir, pero nada más. Nadie es perfecto. Una vez hecho, hecho está. Hay que cerrar los problemas cuando cerramos los ojos, y despedirnos con un beso y el padre nuestro de Escarlata: "Mañana será otro día".
viernes, enero 22, 2021
Desde mi colegio a la vida y viceversa
He vuelto a mi colegio cuarenta y cinco años después. Ha sido al abrir mi wasap y ver esta foto. Está igual que cuando lo dejé. Con mis dedos índice y pulgar estiro la foto y empiezo a buscarme. Seguro que estoy dentro de aquel wasap: en clase, o castigado quitando los chinos del campo de fútbol de tierra.
A menudo me asusta tanta tecnología. Esto de volver al pasado y agrandarlo con dos dedos es pura magia, mejor que la Magia Borrás que nos regalaban los reyes. Hablando de reyes, hemos tenido que ser muy malos este año, porque no dejan de decir en los telediarios que los reyes, en vez de traernos cosas, se las han llevado.
Intento ampliar más mi colegio y el descampado, por si encuentro a mi amigo Paco Pepe y a mí riéndonos mientras malcantábamos en el coro… y a Tony, a Paco, a Pachón..., y a don Andrés… , ay don Andrés…, pero los dedos ya no me dan más de sí, y no puedo seguir abriendo la foto, y con ella mi pasado. Cierro el wasap, pero quedan abiertos en mi corazón aquellos años.
Manolo Martínez
domingo, enero 17, 2021
Ir contracorriente
Este país no está hecho para los perros verdes ni para las ovejas negras, hay que ser por cojones palomas blancas.
No es fácil ir contra la corriente, aguantar de pie la ráfaga de la intolerancia y el empujón del insulto sin caerte y partirte la boca entre las burlas de los ignorantes. No, no es nada agradable tener que dar explicaciones porque piensas distinto, porque eres negro, porque te dejas rastras, porque odias las chaquetas, porque eres homosexual, heterosexual o bisexual, porque te gusta la comida china, porque estornudas, porque eres comunista, socialista o animalista, porque te da igual la vida de los demás y sólo controlas la tuya, porque…
…en fin, al final de una lista interminable de circunstancias que no son más que opciones y elecciones personales, maneras de vivir, acabas entendiendo que quienes esgrimen el látigo, los intolerantes, lo son por su incapacidad de ser libres ellos mismos. Están presos de ese mal que es el PENSAMIENTO ÚNICO.
No son capaces de salir de su jaula. Se les va la vida meciéndose en un ideario que va y vuelve al mismo sitio siempre, como el columpio de los canarios, mientras escupen insultos como si fueran cáscaras de alpiste.
Dos cosas por si tuviste la mala suerte de tener que bregar con alguno de estos:
Una, échale el brazo por encima, para no caerte del asco, y que de camino
piense que vas en el mismo barco. Al menos te dejará en paz. No es una solución
honesta, pero es práctica.
Dos, mándalo al carajo. No es una solución práctica, pero es honesta.
martes, enero 12, 2021
Vida de perros
Desde los tiempos de Maricastaña, cuando alguien tenía una mala vida, por las razones que fueren, se decía que llevaba una vida de perros. Nadie podría imaginar que algunos chuchos cambiaran su existencia hasta alcanzar estatus ignominiosos.
Ni Heráclito, aquel que sostenía que todo en la vida era un cambio constante, hubiese imaginado que hoy hubiese chihuahuas que viviesen por encima de sus posibilidades, como hacen en los pueblos la gente que llamamos de "media capita".
Comen a la carta, visten de marca, van a la pelu, y se estresan, los perros digo, como nosotros, y como los de "media capita". Es más, hay veces que uno piensa "...quien fuera perro": sin problemas, sin obligaciones, sin hipotecas, sin tener que sonreír a cojones.... jodeeerrr..., digo…, ¡Guau!, o ¡Guadu!, si el perro es de "media capita".
¿Qué nos queda por ver? Esperemos que muchas cosas,
pero por favor, tengamos dos dedos de frente, y que un perro sea un perro, no
una star system, ¡por los clavos de Cristo!, que nos hemos vuelto gilipollas.
Yo estuve en Narnia
Mientras me tomo una cerveza en el bar del barrio me dice un gracioso que si lo que quiero es nieve, que al bajar la cuesta de Fuentes Viñas, en la esquina, pegado al antiguo Flody, Pedro me vende toda la que quiera. ¿Es verdad eso, Pedro? Acuérdate que somos de la familia...
domingo, enero 10, 2021
Barriendo la Navidad
Un mes, treinta días que ahora caben en un recogedor. Durante cuatro semanas desmontamos nuestra casa y nuestros hábitos, para dejar que entre la navidad. Nos falta salirnos de la cama para cedérsela, como hacían nuestros padres cuando venían los familiares lejanos. El día siete de enero coges la escoba y empiezas a barrer la navidad. En el primer escobazo recoges los pelos del árbol, que ya tiene una edad y la alopecia lo está castigando. El año que viene compramos otro, o lo llevamos a Turquía.
Él animo se te arruga cuando vas haciendo un montoncito al barrer, dónde se mezclan, con las pelusas de debajo del sofá, las voces de los niños cantando la lotería, la nochebuena con Raphael (que es un holograma, imposible que sea él).
… y sigues echando en el recogedor: las calles iluminadas, los polvorones de limón que nadie quiso, las pelis de navidad, el buen rollo, las campanadas, Chicote (perdón, por Dios, qué miedo..., quise decir la Pedroche), los reyes, los juguetes, la cara de los chiquillos que se vuelven locos, como nos pasaba a nosotros, con cualquier cosa, con ná…con dos videojuegos que se llevan la nómina de diciembre…si es que es un día al año (qué bien los estamos criando…)
…verás cuando la novia le diga ¿esto me vas a regalar por el aniversario? ¿Un anillo de oro viejo? Hasta luego Lucaaaarr…
Ya cuento, como los rocieros, los días que faltan para la próxima navidad, 364,363,362…
Manolo Martínez
sábado, enero 09, 2021
El Verdugo y esta mierda de sociedad
Sé que me estoy haciendo viejo porque cada vez pienso más como lo hacía mi
padre.
Si ustedes observan el fotograma que acompaña a este texto y les revelo que
es el momento previo a la ejecución de un condenado a pena de muerte, ¿quién
dirían ustedes que es la persona que va a ser justiciada?
Todos señalaríamos al señor que se está cayendo y al que sujetan dos
policías. Salvo que reconociéramos que la escena pertenece a la película de Berlanga, “El Verdugo”, y entonces supiésemos que el malhechor va oculto
en el grupo de delante. Al que llevan a rastras es el verdugo, el mismo que debe ejecutar a garrote vil al que no vemos porque va escondido entre el cura y los funcionarios de cárcel.
Ese verdugo que se arrastra incapaz de matar no es un cobarde, era mi
padre, y ahora soy yo, y ruego a Dios que el día de mañana sean mis hijos,
porque ello significará que estarán inhabilitados para hacer el mal, aunque el
reo sea esta puta sociedad que autoriza y da licencia para matar a locos como
Trump, elegidos democráticamente. No confundamos la bondad con la
cobardía. Cobarde es el que mata, nunca el que se niega a matar.
Estoy seguro de que Berlanga y mi padre compartieron cañas en algún momento, en algún lugar. Posiblemente lo hicieran en la nube quinta, en la que suelen sentarse los que son diferentes porque no piensan igual. Discreto, como siempre, mi padre nunca me habló de ello, ni falta que hizo. Siempre lo supe.
Manolo Martínez
domingo, enero 03, 2021
La Cabalgata del motocarro y el ángel
Hay dos películas que no programa Antena 3, pero que son las mejores películas de navidad de la historia del mundo mundial, por geniales y por opuestas. Una es ¡Qué bello es vivir!, que para entendernos, digamos que es la navidad del Corte Inglés, y la otra “Plácido” que es la navidad de la calle.
En “Plácido”, el protagonista recorre el pueblo en un motocarro coronado por una estrella, recolectando pobres para repartirlos por las casas de bien y que compartan la cena de nochebuena con la gente pudiente. Plácido pregona por un altavoz (como si fuera “El Cuétara” cuando nos pedía que fuésemos al campo de fútbol de San Antón para animar al Carmona), aquello de “pon un pobre en tu mesa”, aunque sea una noche. Lo importante es que las cámaras dejen constancia de la bondad del bienhechor.
En “Qué bello es vivir” hay nieve, actores guapísimos (en “Plácido” están José Luís López Vázquez y José Orjas. Escojan), y un ángel que viene a redimir al protagonista.
Las dos navidades en dos películas. Una es la navidad que todos queremos y la otra es la de verdad. Ninguna es mentira, porque una es la que vives y otra es la que sueñas. Teniendo claro que vivir es la realidad, no es un embuste que la gasolina para vivir es soñar.
¿Se acuerdan ustedes de Telly Savallas, el actor de Kojak,
el del chupa-chups? Cuenta en su biografía que de niño era un prenda y se
colaba en los cines sin pagar. El día que vió “Qué bello es vivir”, al
finalizar la película se fue directo a la taquilla a pagar su entrada. No se sentía bien por haberse colado sin pagar, la película le tocó la fibra. La
anécdota resume el bienestar que uno tiene cuando acaba de ver la película de Capra, la necesidad de ser mejor.
En definitiva, cine del bueno, las dos, del que construye verdades a base de mentiras. Berlanga es la realidad y FranK Capra la ilusión. ¿Qué dedo te cortarías?
Manolo Martínez
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viernes, enero 01, 2021
Buchitos
La vida no se mide por el número de respiraciones, sino por los lugares e instantes que nos quitan la respiración. Tengo un amigo al que llamamos cariñosamente "Buchito", y se lo decimos porque de jóvenes tenía la sana costumbre de retenernos para tomar la última, con aquello tan de camarero de antes de: “Señores…el último buchito que nos vamos”. Siempre lo tomábamos. Bendito buchito.
Pues eso es más o menos la vida, darle buchitos a todo lo que tenemos delante. Hoy es año nuevo, y con todo el día por delante para mi familia y para mí, me puse un rato a ver fotos de las que se guardan en la caja metálica de bombones, las mejores. Es un placer sacar un momento de tu vida de una lata cada vez que metes la mano. Cuando subí ésta hasta ponerla a la altura de mis ojos, pensé lo poco que necesita un niño para reírse, subirse al primer peldaño de una escalera. Con qué poco, con un buchito de lo que sea te alegras el día.
Un buchito puede ser buscar el camino más largo para ir al trabajo y así ver gente, campo y cielo antes de empezar a pelearnos con los problemas. Otro buchito es asomarnos al balcón antes de acostarnos, e inspirar con tantas ganas que arrimemos la luna a casa. Hay tantos buchitos como bares. Uno de los que más cargan las pilas es el de mirar los ojos que te miran, que no siempre lo hacemos.
Porque lo mágico del buchito es que no te hartas. No es la “tragantá” de cerveza que se te va a los ojos y parece que se te van a salir de la órbita. Yo estoy empezando a probar un buchito que me ofreció hace años una amiga y es el de sonreírle al imbécil que te grita porque se cree mejor, o simplemente porque carece de ese bien que es la educación. No, no es el “dientes…dientes”, de la Pantoja. Es el buchito inteligente de tomarse la vida con calma, a pesar de los borricos con los que te cruzas con vaqueros de marca.
Les confieso que uno de mis mejores buchitos es abrazar a mi mujer, que me suele estar esperando cuando vuelvo del trabajo. Me sabe a poco, me deja con ganas. Esa es la magia del buchito.
Manolo Martínez
https://www.facebook.com/Comer-Beber-y-Hablar-630331003941651/?ref=bookmarksRafa Torres y su mirada de Cuba
Conocí a Rafa Torres hace un par de años cuando le invité a una tertulia de
“Comer, Beber y Hablar” junto a otros fotógrafos de Carmona. Quise que viniera
porque sus fotografías son de esas que hablan, como dice la gente mayor. Rafa
Torres tiene el don de comunicar, y a esa virtud Rafa le suma mucho trabajo, y
técnica, y cursos, y viajes, y todo lo que se quiera, pero el motor, el corazón
de sus imágenes es su particular visión. Rafa no necesita firmar sus
fotografías, porque su nombre queda impreso en el momento elegido para echar la
foto, en el encuadre, en el color, en todo ese mundo que cabe en la mirada de
un artista.
Rafa Torres acaba de
publicar, junto a Layna Fernández, “OXÍMORON. LA ISLA QUE FLOTA SUMERGIDA”. Lo
primero que me sedujo es que las fotografías de ambos se entremezclan sin que
ninguno de los autores firmaran la suya. Dice Rafa que es un trabajo de los
dos, y que lo que importa es el trabajo, no el reparto de firmas. No hay que competir,
sino regalar la vista de quién tenga el acierto de hacerse con un ejemplar y
disfrutar de la mirada que Rafa y de Layna tienen de Cuba. Un maravilloso paseo
por los cubanos, sus casas, sus playas, sus luces y sus sombras, pero por
encima de todo: MIRAR a Cuba con el talento de estos dos fotógrafos.
Enhorabuena, Rafa, me siento honrado de haberte conocido.
Manolo Martínez





































