Sé que me estoy haciendo viejo porque cada vez pienso más como lo hacía mi
padre.
Si ustedes observan el fotograma que acompaña a este texto y les revelo que
es el momento previo a la ejecución de un condenado a pena de muerte, ¿quién
dirían ustedes que es la persona que va a ser justiciada?
Todos señalaríamos al señor que se está cayendo y al que sujetan dos
policías. Salvo que reconociéramos que la escena pertenece a la película de Berlanga, “El Verdugo”, y entonces supiésemos que el malhechor va oculto
en el grupo de delante. Al que llevan a rastras es el verdugo, el mismo que debe ejecutar a garrote vil al que no vemos porque va escondido entre el cura y los funcionarios de cárcel.
Ese verdugo que se arrastra incapaz de matar no es un cobarde, era mi
padre, y ahora soy yo, y ruego a Dios que el día de mañana sean mis hijos,
porque ello significará que estarán inhabilitados para hacer el mal, aunque el
reo sea esta puta sociedad que autoriza y da licencia para matar a locos como
Trump, elegidos democráticamente. No confundamos la bondad con la
cobardía. Cobarde es el que mata, nunca el que se niega a matar.
Estoy seguro de que Berlanga y mi padre compartieron cañas en algún momento, en algún lugar. Posiblemente lo hicieran en la nube quinta, en la que suelen sentarse los que son diferentes porque no piensan igual. Discreto, como siempre, mi padre nunca me habló de ello, ni falta que hizo. Siempre lo supe.
Manolo Martínez
2 comentarios:
Feliz Año Nuevo, aunque no sea aquí donde toca la felicitación, sino en la entrada de más arriba, que también me he leído. Pero he querido comentar aquí porque yo si sabía quién era el condenado a muerte, habré visto la película tres o cuatro veces y en todas me ha sacado una sonrisa. Nadie como Berlanga para dar una nota de humor a la pena de muerte. Al viejo verdugo, interpretado magníficamente por José Isbert, lo único que interesaba en esa escena de ajusticiamiento era que la palomilla del garrote funcionara bien. Una obra maestra de la época.
Un abrazo.
Feliz año, Lola. Me alegra leerte por aquí. Estoy de acuerdo contigo en lo que comentas, grande Berlanga, grande Isbert, y pequeños, muy pequeños quiénes nos obligan a ser verdugos. Un beso y mis mejores deseos para vosotros
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